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Almolonga: Una interpretación a partir de la migración a Estados Unidos/Almolonga: an interpretation of migration to the United States

por Alejandro Chán

(English translation below. For additional posts in this series, visit: "Migration and Belonging.")

Actividad con jóvenes sobre la migración, Sibinal. Créditos fotográficos: Lauren Heidbrink.

Después de meses participando en una encuesta comunitaria, entrevistando familias en Almolonga, un municipio del departamento de Quetzaltenango, Guatemala, se pudo tener aproximaciones sobre algunas dinámica social, económica, política y cultural; de manera que en esteblog pretende a capturar algunos fragmentos de la vida cotidiana a la intersección de familia y migración. Aunque de inicio fue difícil, no obstante, de encuesta a encuesta, de entrevista a entrevista, poco a poco se fue conociendo sobre el sentir, la percepción y la opinión de las personas en el tema de migración. No importando contar con vivencias directas o ajenas, siempre hubo una opinión. Era evidente que hay muchas experiencias de sufrimiento que no se hablan-- que no se comparten, sino que se sufren en silencio; muchas familias toleran o reprimen los aspectos negativos que provoca la migración.

Vista de Almolonga. Créditos fotográficos: Giovanni Batz

Escuchar, por ejemplo, la experiencia de rupturas entre esposas y esposos, entre padres e hijos y viceversa. O de los peligros que corren los migrantes, la violación constante y permanente de sus derechos más elementales: la vida, la dignidad y la libertad. Es decir, que el derecho de migrar o no migrar no traen garantías algunas.

Derechos humanos se desvanecen en distintas rutas--ante las largas caminatas que emprenden los migrantes en los desiertos donde exponen y arriesgan su vida. El camino de los migrantes supone el despojo de sus derechos y con ello sus sueños de tener una vida digna. Muchos mueren buscando al “Sueño Americano.” Otros llegan y logran obtener un trabajo. Sin embargo, no significa el fin de los sufrimientos; sino que se transforman por otras formas de sometimiento--el racismo, la discriminación y la explotación en las interacciones económicas, sociales y políticas de los Estados Unidos.

¿Cuántos migrantes son despojados de sus derechos, del esfuerzo, fruto de su trabajo? ¿Cuántos aguantan esta explotación por el hecho de buscar una “mejor vida”?

 

Marcas de la migración, Almolonga. Créditos fotográficos: Giovanni Batz

Es cierto que en algunas ocasiones los migrantes logran de mandar dinero a sus familias y con éste pueden comprar o mejorar sus viviendas o comprar tierra para cultivar los alimentos para sus familias que se quedan. Pero no equivale a tener una vida digna. Dichos logros tienen costos inmensurables: separarse de la familia, vivir solo, desconectado del pueblo, lejos del sueño de una vida mejor.

Y para los que se quedan también es difícil. Como mencionó una de las entrevistadas: “No es lo mismo educar a los hijos en pareja que uno solo.” Esto es solo uno de los tantos retos que enfrentan las familias que se quedan en espera del ser querido que fue a buscar el “Sueño Americano.”

En este sentido, el “Sueño Americano” es solo una ilusión que obliga a millones de personas a migrar al Norte. Ya estando allí el sueño del migrante es el menos beneficiado; es el que lo menos importa. Lo que le importa a Estados Unidos es el trabajo que ofrecen los migrantes de forma barata. Un migrante retornado relató: “a nosotros los migrantes guatemaltecos, nos dan los trabajas más duros y por ser indocumentados no nos pagan lo que es justo.” No obstante jornadas largas de trabajo en las peores condiciones, aun así el migrante sigue trabajando.

De manera que Estados Unidos absorbe la fuerza de trabajo de los empobrecidos de países como Guatemala y comunidades como Almolonga. Millones de personas por la pobreza que impone el sistema económico global vigente se ven obligados a tomar la única alternativa que el mismo sistema económico global ha fabricado--la migración irregular--para luego ser explotados en el “primer mundo” si llegan.

A como está el panorama se puede ver que aquí o allá el Estado, el supuesto garantes y protectores de los derechos humanos, se ha convertido en la mayor estructura criminal que persigue, asesina y empobrece a los migrantes.

Cruzando la frontera de Guatemala y Mexico. Créditos fotográficos: Lauren Heidbrink

Y por si fuera poco, detrás de esta explotación se fortalece cada vez un negocio donde se visualizan estructuras, instituciones, organizaciones y personas que explotan al migrante. Como se ve en Almolonga, por ejemplo, los coyotes que son los primeros en cobrar una cantidad exorbitante de dinero a las familias o personas que quieren migrar, luego se encuentran por los préstamos con intereses sumamente altos de los bancos, cooperativas o prestamistas. Las autoridades fronterizas corruptas que, al igual que las estructuras criminales como los Zetas, cobran cuotas a los migrantes con la finalidad de tener derecho de paso por los territorios nacionales. Todo dicho, la cantidad de los actores e instituciones que aprovechan la vulnerabilidad de los migrantes son impresionantemente numerosos.

Una vez que los migrantes logran integrarse en la economía de la explotación de los Estados Unidos, los mayores beneficiados nuevamente son los bancos o instituciones financieras donde tiene lugar las transacciones de las remesas. En tándem, los centros comerciales se benefician por publicar y cultivar una cultura de consumo en las familias receptoras de las remesas.

Aun en estas condiciones, es fundamental que reconocemos y aprendemos de las múltiples resistencias que consolidan los migrantes para esperar por un mundo mejor, así como también los familiares que se entretejen con su experiencia en búsqueda por una vida más digna.

Alejandro Chán es Maya K’iche’, originario de San Andrés Xecul, Totonicapán. Maestro en Gestión Social para el Desarrollo Local, por FLACSO-Guatemala y Politólogo por la Universidad Rafael Landívar. Ha publicado en revista El Observador,  sobre reconfiguración del territorio.

 

Almolonga: An interpretation of migration to the United States

by Alejandro Chán

Activity with youth about migration. Photo credits: Lauren Heidbrink

After months of participating in a community survey, interviewing families in Almolonga, a municipality in the Department of Quetzaltenango, Guatemala, it was possible to approximate some of the social, economic, political and cultural dynamics. This blog aims to capture some of the fragments of daily life at the intersection of family and migration. While it was difficult at the beginning, from survey to survey, from interview to interview, little by little, we gradually came to know the feelings, the perceptions, and the opinions of the people on the topic of migration. Regardless of having direct or indirect experiences with migration, there was always an opinion. It was evident that there were many experiences of suffering that are never discussed--that are not shared, but rather suffered in silence. Many families tolerate or repress negative aspects that incite migration.

View of Almolonga. Photo credits: Giovanni Batz

Take, for example, the ruptures experienced between wives and husbands, between parents and their children and vice versa. Or the dangers that immigrants face, the permanent and constant violation of their most fundamental rights: life, dignity and liberty. That is to say, the right to migrate and the right to not migrate do not come with any guarantees.

Human rights vanish along different routes--before the long journeys migrants undertake across the deserts where they expose and risk their lives. Migrants’ paths imply the displacement of their rights and with it their dreams of a dignified life. Many die searching for the “American Dream.” Still others arrive and are able to obtain employment. However, this does not mean the end of their suffering; they are transformed to other forms of subjugation--racism, discrimination, and exploitation in their economic, social and political interactions of the United States.

How many migrants are stripped of their rights, their efforts, the fruits of their labor. How many endure this exploitation in seeking a “better life?”

Marks of migration. Photo credits: Giovanni Batz

On some occasions migrants may succeed in sending money to their families and with it, their families can buy and improve their houses or purchase land to cultivate the sustenance for their families who remain. But this is not equivalent to having a dignified life. These achievements come with immeasurable costs: separation from family, living alone, disconnected from the community, far from the dream of a better life.

And for those who remain, it is also difficult. As one interviewee mentioned: “It is not the same to educate children as a couple than alone.” This is just one of the many challenges that families confront, as they wait for their loved one who left in search of the “American Dream.”

In this sense, the “American Dream” is only an illusion that forces millions of people to migrate to the North. Once there, the migrant’s dream is least valued; it is the one that matters least. What matters to the United States is the cheap labor that migrants provide. A returned migrant related: “To us Guatemalan migrants, they give us the hardest jobs and because we are undocumented, they do not pay us justly.” In spite of a long day’s work in the worst conditions, the migrant still continues working.

In this way, the United States absorbs the workforce of impoverished countries like Guatemala and communities like Almolonga. Because of the imposition of the current global economic system, millions of people find themselves in poverty and see themselves obligated to take the only alternative that the global economic system itself has created--irregular migration--to only then be exploited by the “first world” if they arrive.

In this panorama, the State here and there, the so-called guarantors and protectors of human rights, has become the greatest criminal structure that persecutes, assassinates, and impoverishes migrants.

Crossing the Guatemala-Mexico border. Photo credits: Lauren Heidbrink

And if that were not enough, behind this exploitation is a business network that is increasingly strengthened by structures, institutions, organizations and people that exploits migrants. As we see in Almolonga, for example, coyotes [smugglers] are the first to charge a exorbitant amounts of money to families or people who want to migrate, followed by high-interest loans from banks, cooperatives or money-lenders. Corrupt border officials who, in the same manner as criminal structures such as the Zetas, charge fees to migrants, as if they own the right of passage through national territories. All told, the number of actors and institutions that take advantage of migrants’ vulnerability are breathtakingly numerous.

Once migrants are integrated into an exploitive US economy, the principal beneficiaries are yet again the banks and financial institutions where remittances pass. In tandem, commercial centers benefit by publicizing and cultivating a consumer culture among families receiving these remittances.

Even in these conditions, it is critical that we recognize and learn from the multiple forms of resistance that strengthen migrants to hope of a better world are recognized and admired, as well as their family members whose experiences are interwoven in the pursuit for a more dignified life.

 

Alejandro Chán is Maya K’iche’ from San Andrés Xecul, Totonicapán. He has a Masters in Social Management of Local Development from FLACSO-Guatemala and is a Political Scientist at the University Rafael Landívar. He has published in the magazine El Observador regarding the reconfiguration of territory in Guatemala.

For the previous blog in the series: Sandra Elizabeth Chuc Norato: Deudas y Migración: Explorando a la realidad de Almolonga/ Debt and Migration: Exploring Almolonga’s reality

For the next blog in the series: Catarina Chay Quiej: A la Intersección de Género, Relaciones Familiares y Migración/At the Intersection of Gender, Family Relationships and Migration